Cuando una boda se convierte en un campo de batalla
Hay bodas que terminan en divorcio. Otras, en peleas familiares. Pero pocas acaban en un auténtico asedio a sangre y fuego. Luna de Guerra, el cómic autoconclusivo de Jean Van Hamme y Hermann, parte de una premisa tan absurda como realista: una discusión sobre la comida en un banquete de bodas que se descontrola hasta límites insospechados.
Un brindis por la locura
Todo empieza con la boda de Jerôme y Dominique, un evento diseñado para satisfacer a ambas familias… hasta que el menú lo estropea todo. Un plato en mal estado desata la indignación y el padre del novio, decidido a no pagar por comida dudosa, opta por levantarse y marcharse con todos los invitados. Pero el dueño del mesón no está dispuesto a ver volar su cuenta y responde con una jugada insólita: encierra a la novia y a la madre del novio.
A partir de aquí, la historia se convierte en un pulso delirante donde el orgullo, la estupidez y la violencia se entrelazan hasta un desenlace brutal. Porque si algo demuestra Luna de Guerra es que cuando el ser humano se aferra a una idea, aunque sea absurda, es capaz de llevarla hasta las últimas consecuencias.
Hermann y Van Hamme, una pareja de lujo
Si Hermann suele destacar en el western y la aventura, aquí se sumerge en un escenario más costumbrista y contemporáneo, demostrando que su talento no tiene límites. Su trazo en color directo, su manejo del ritmo y su capacidad para transmitir tensión hacen que cada página respire autenticidad. Por su parte, Van Hamme nos regala una historia mordaz, con una mirada afilada sobre la hipocresía social y los impulsos más bajos del ser humano.
El resultado es un cómic con una sátira feroz, personajes al filo del absurdo y una escalada de violencia que empieza con un plato de comida y acaba con… bueno, mejor léelo y descúbrelo.
