La Costa Brava modela la fachada marítima de las comarcas catalanas del Alt y Baix Empordà y de la Selva, desde Portbou, en la frontera con Francia, hasta la desembocadura del río Tordera en Blanes. Se trata de uno de los litorales más pintorescos de España, formado por acantilados abruptos, bosques de pinos, calas recónditas y playas de ensueño. Esta costa debe su relieve accidentado a una serie de sistemas montañosos que caen en picado sobre el mar Mediterráneo, formando acantilados rocosos que le dan un aspecto salvaje, con pequeñas calas donde los pinos remojan sus pies en el mar y extensos arenales –como el golfo de Roses o la playa de Pals– que confieren variedad al paisaje.